Una niñera debe quedarse a cuidar el
bebé de una familia que esa noche tiene una fiesta a la que no puede
faltar. Antes de abandonar su casa la mujer detalla los cuidados que
requiere su hijo y le facilita un número de contacto por si surge
cualquier problema.
La chica ya ha trabajado durante semanas
con el niño y tiene experiencia con muchos otros bebés. Pero desde
luego esta no es su casa favorita, ya que el padre ha ido recopilando
una colección de payasos de juguete en sus diversos viajes. Los muñecos
le producen escalofríos cuando debe entrar al cuarto del niño para
vigilarlo en su cuna.
La noche se presenta con normalidad
hasta que de repente el bebé comienza a llorar en su habitación, por más
cuidados y atenciones que le brinda, el niño no deja de llorar. La
chica odia quedarse en ese cuarto porque siente como si todos los
muñecos con forma de payaso la miraran fijamente mientras trata de
consolar al bebé.
Para colmo el padre parece que ha
comprado un nuevo payaso casi del tamaño de un niño, una pieza
terriblemente realista que han sentado en la mecedora que muchas noches
la niñera usa para calmar al niñito hasta que se duerme.
La chica tras mas de una hora intentando
que el bebé se duerma decide llamar a sus padres para preguntarles si
ha dormido la siesta más tiempo del debido y si le dieron el biberón que
le correspondía antes de irse a la fiesta. Está desesperada por el
incesante llanto de la criatura. La madre le indica que no existe motivo
por el cual el niño deba llorar, pero que en todo caso le de un poco
mas de leche y trate de dormirle meciéndole mientras descansa sobre la
mecedora, así ella también podrá descansar.
La chica le pregunta si puede retirar de
la mecedora el payaso nuevo y que donde debe dejarlo, la madre
desconcertada le pasa de inmediato el teléfono a su marido.
El señor le pregunta como es la figura
que le dijo a su esposa. Sin mediar mas palabras y profundamente
preocupado le dice a la niñera que coja de inmediato a su hijo y cruce
la calle hasta la casa de sus vecinos, una vez allí le debe llamar de
nuevo.
La niñera asustada cumple las órdenes
que le acaban de dar, entra en la habitación del niño, le recoge de la
cuna y sin girar la cabeza hacia la mecedora para mirar al payaso se le
lleva en brazos escaleras abajo hasta salir a la calle. Al llegar a la
casa de los vecinos llama nuevamente al señor de la casa.
Este está realmente asustado y le
contesta mientras conduce su coche a toda velocidad hacia su casa. Le
explica que él nunca ha comprado un payaso de esas características y que
probablemente alguien disfrazado entrara en la casa para robar, al
sentir que subía las escaleras se sentara en la mecedora para
confundirse entre la oscuridad.
La chica totalmente aterrorizada observa
por la ventana de la casa de los vecinos como a los pocos minutos el
pequeño payaso escapa con una bolsa probablemente llena de objetos de
valor. Por suerte, una hora después la policía, gracias a su
descripción, detiene a un enano que al parecer trabajaba en un circo
ambulante y acostumbraba a entrar en las habitaciones de los niños para
robar cualquier objeto de valor que encontrara mientras las familias
duermen.